Hiru Haundiak por Ines

Me piden los amigos de Korrikazaleak que escriba una crónica sobre lo vivido ayer en Hiru Haundiak y, aunque soy más de leer que de escribir, acepto la propuesta porque también así me quedará un recuerdo escrito de la experiencia.

Si que me gustaría poner un poco en antecedentes a aquellos que me lean y no me conozcan, de cómo fueron mis inicios en este mundo del running y del trail.

Siempre he sido una persona sedentaria, muy activa pero con nulo interés en la práctica del deporte. Hace cinco años, después de subir escaleras y llegar casi sin aire.., Decidí que era momento de ponerse en forma y de cambiar los hábitos de vida. Empecé a boxear y a salir a correr… y con mucho esfuerzo, disciplina y sacrificio corrí mi primera Santurce-Bilbao a la que siguieron medias maratones, dos maratones, marchas de largo recorrido y alguna carrera pequeña de trail.

Soy amante de todas las cosas que se organizan en Euskadi y tenía el Hiru Haundiak siempre en mi mente como un sueño inalcanzable. Corrimos Montes de Vitoria y gracias al destino conseguimos dorsal para Hiru Haundiak 2023.

Con esfuerzo, entrenamiento y mucha ilusión llegamos al 14 de octubre con las pilas cargadas para el gran momento.

El viernes me levanto como todos los días, organizo casa e hijos y me pongo a preparar mochila, ropas de recambio, preparo la bolsa de vida que van a tener los supporters y se la llevo a Jontxu. Si, mi amigo el de la cafetera. Menudo curro se pegaron todo el día… eso merece una crónica aparte.

Intento dormir pero es imposible. No duermo de noche como para intentarlo de día. Pero por lo menos las piernas descansan.
Me despido de los niños con un abrazo y palabras preciosas y empieza la aventura.

En Murgia, Aurelio y Yenny entregan su bolsa de vida y empezamos los rituales: colocar el dorsal, café, comentarios, olor a réflex, txispea…
Tengo la prueba dividida en mi mente en tres etapas y varios mantras que me repito continuamente:

  • El objetivo es terminar.
  • Siempre de menos a más.
  • Llegar a Landa lo más fresca posible.
  • Ahí empieza lo bueno.
  • Vigilar la deshidratación.

Arrancamos a las 0:00 y la primera parte transcurre sin sobresaltos. Empezamos a buen ritmo y lo mantenemos toda la etapa. Disfruto a tope de la subida a Gorbea, del espectáculo de la hilera de frontales avanzando hacia la Cruz y casi sin darme cuenta llegamos a Ubidea. Allí vemos al aita de Aurelio, tremendo el aitite con esa edad, y a su hermana que nos han llevado café y galletas. Estamos un rato con ellos y seguido nos vemos con nuestros tres supporters. Cencerro en mano nos indican que tenemos preparado todo lo que podemos necesitar… no paramos más. Besos y abrazos y quedamos en vernos en Urkiola.

En Otxandio encontramos a Javitxu que nos marca el ritmo hasta llegar a Urkiola. El titán de Alonsotegi nos lleva en volandas hasta el cruce donde volvemos a encontrarnos con Jontxu, Txerra y Ander. Vacío la mochila, llevaba demasiadas cosas y decido dejar más de la mitad en el coche. Comemos algo, me cambio de camiseta y arrancamos hacia la morada de Mari. Nuestra diosa ancestral está generosa y encontramos el Anboto seco y con una temperatura estupenda. En la subida me encuentro con Jairo que ya está bajando. Menuda máquina el chaval. Es él quien me reconoce y me anima…vas bien, vas bien!!!

Subimos Anboto y, bajamos sin contratiempos y seguimos hacia Orixol. Éste sí que me cuesta más. Y aún así queda Jarindo antes de llegar al punto clave de Landa. Estas cimas me dejan las piernas igual que la Trinidad en la Sakana… tengo los cuádriceps como José Mari Bakero en sus buenos tiempos.

En Landa me espera Nahikari, que está de voluntaria repartiendo las bolsas de vida. Nos damos un abrazo que me carga la batería. Los supporters me dan mi bolsa y me cambio de ropa entera. Gasto un tarro de vaselina en los pies y me cepillo hasta los dientes. Comemos y me despido de Jontxu al que ya no voy a ver más. Aunque sigue mis pasos a través de Live Track (hasta que me quedo sin batería). Nos damos un abrazo y me dice que voy bien, que se puede y que use la cabeza. Que dosifique que a partir de ahora llega la parte más cruel del camino.

Salimos de Landa con calor y empezamos el ascenso a la sierra de Elgea y sus interminables eólicos. Noto los cuádriceps cargados, en Landa me he tomado un ibuprofeno que me permiten seguir a buen ritmo. Se me hace bastante pesada esa subida y por fin llegamos a ver el primer molino. Ahí el tiempo ya está cambiante. Tenemos que ponernos el cortavientos, aprovecho para tomarme un gel y avanzamos en silencio intentando mantener el ritmo en ese continuo sube y baja hasta que vemos el molino 78. Eterno. Le siguen dos repechos más que terminan de agotarme los cuádriceps y, aunque el tiempo ya se ha puesto muy tonto mantengo a los fantasmas a raya e impido que me desconcentren y me minen la moral. Pienso que Urbia está más cerca, pero aún tardamos un rato en llegar.

En el avituallamiento ya hace frío, niebla y agua. Le pregunto a un hombre majismo de la organización a ver cómo ve él el tema de subir Aizkorri en esas condiciones. Me dice que va a escampar y que me ve muy fuerte. Que me abrigue, encienda el frontal y tire para arriba. Me pregunta a ver cómo estoy de piernas… jajaja le digo que bien pero en ese momento los vastos ya eran tablas. Me tomo dos ibuprofenos, pintxo de chorizo y chocolate (para habernos matao) y empezamos a caminar hacia las bordas. Hace muy mal tiempo lo que ya nos hace sospechar la sorpresa que vamos a tener en Aizkorri. Me quedo sin batería en el móvil y confío en que Jontxu siga mis pasos a través del control de tiempos y tranquilice a mi ama que ya imagino que no le quedan uñas.

La subida a Aizkorri no la puedo explicar. Lluvia, frío, la piedra completamente mojada, barro y una oscuridad absoluta. Mi frontal alumbra de pena y casi no puedo ver donde pongo el pie en esa horrible pista de baile. Menos mal que el de Jenny tiene un haz de luz más potente y nos vamos apañando. Se me hace larga la subida. No recordaba que había que crestear y pasar esas antecimas primero. Me duelen los cuádriceps. Llegamos arriba y el control marca 91,9 creo recordar. Mi cabeza le dice a mis piernas que ya solo faltan 9 km… solo…ja! Los más largos y duros de mi vida. La cuesta del calvario tiene bien ganado su nombre… menuda agonía. No veo, me resbalo continuamente incluso me caigo tres veces y siento las piernas totalmente agarrotadas. No les digo nada a mis compañeros porque todos vamos muy agobiados pero en un par de ocasiones pienso que no voy a poder seguir bajando. A duras penas llegamos al último txoko de la organización y nos dicen que nos quedan 3 km. Dos por monte y uno por el pueblo.

Me concentro en intento pensar que ya lo tenemos. Sé que Iñaki ha llevado a los niños y pienso en ellos.. en agarrarles de la mano y llegar juntos a la alfombra verde de la meta.

En el pueblo ya las piernas no me dan más. Aurelio y Yenny se adelantan y yo paro de correr. En la soledad del camino me peino como puedo, me limpio la cara con el buff y beso la cruz que llevo colgada en el cuello. Gracias Aita.

Arranco a correr y ya les veo esperándome en la valla. Me agarro a ellos y corremos los metros más emocionantes de mi vida. Veo a Ander que después de dejar a los supporters me ha esperado en Araia para hacerme la foto final. Solo sé que quiero llorar. Iñaki me abraza… me dice que no llore y que disfrute. Paro el reloj. Mando un audio a mis amigos, llamo a mi ama, me como el tremendo bocadillo que me ha llevado Ander y decido que si, que ha llegado el momento de disfrutar.

El sueño se ha cumplido.

El esfuerzo ha vuelto a ganar.

Gracias.

Por Ines Eguzkiza

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