Crónica Medio Maratón Bascones de Ojeda 2022
48 edición del Medio Maratón Bascones de Ojeda. 48! Todas seguidas con el único paréntesis del Covid.
Por ubicarnos, el año del estreno (1972), Iribar era el portero del Athletic (y Clemente un joven y prometedor centrocampista). En el mundo de la cultura, se estrenaba “El Padrino”, y Quevedo (sin Bizarrap) seguía siendo un escritor que te enseñan en el colegio.
Mis buenas fuentes me dicen que es la media más antigua de España. Por si acaso, prefiero no investigar si efectivamente es así. Me quedo con el dato, que me viene bien para dar lustre al palmarés (“que la verdad no estropee una bonita historia”).
La carrera en sí, 100% recomendable a cualquiera que ame la esencia de este deporte. Si te vas a acordar de nimiedades como que “no cogen tiempos con chip”, “falta indicar kms parciales” o incluso, “me han salido 600 metros de más” es que no has conectado con la carrera. Para cumplir con esos requisitos ya están el 99% de las carreras actuales.
Recorrido original y bonito, entre pistas y campos palentinos (zona que no conozco demasiado y que me apunto para el futuro). El ambiente, muy sano, familiar y cercano. La organización un 10. Se nota enseguida todo el esfuerzo y la ilusión puesta para que todo salga bien. Con humildad, pero con grandísimos detalles (incluidos regalos y diplomas para tod@s, y podium por categorías).
En lo menos importante, la competición en sí, pronto nos destacamos 3 atletas (para entendernos Bidezabal, Goierri y Korrikazaleak), compañeros que conocí personalmente ya después en meta. Sobre el kilómetro 9 nos alcanza un cuarto corredor.
El ritmo (aprox. 4 min / km) era a ratos llevadero, pero a veces también incomodo, por la dificultad de correr por pistas y caminos de piedras. Hacia el km 15, sufro algo de dolor en el flato, y estoy a punto de descolgarme. Consigo rehacerme un poco, y sobre el km 18-19 comienzan las “hostilidades” en el grupito. Cambios de ritmo que consigo aguantar con dificultad, pero al menos parece que el pódium es factible (se queda el primero de los 4). Seguimos apretando, y ganamos unos metros un gran tipo del equipo de Goierri y yo. Quedan menos de 2 kilómetros pero las fuerzas escasean. Intento pensar en positivo. Entramos en la zona de asfalto (último kilómetro). Identifico una pequeña bajadita, justo ya en la entrada del pueblo, y ahí cambio el ritmo. A tomar por culo! Con lo que me quede. Miro para atrás, y compruebo que me he ido unos metros. Ya sólo queda apretar y rezar para que la llegada a meta sea directa y no haya un “paseo” por el pueblo. Recta final y a disfrutar. Emocionante. No corremos para ganar, pero hace ilusión, al menos a los que no estamos acostumbrados a saborear estas mieles.
Lo dicho. Felicidades a la Organización, y gracias a la familia Korrikazaleak, en especial a Viteri, una institución por esta zona, por recomendarme esta magnífica carrera y ejercer de anfitrión.
Por Iñigo Arrieta