XL Maratón Donostia – San Sebastián 2017

Cuando alguien me preguntaba qué marca esperaba en este maratón yo respondía siempre lo mismo: que si acompañaba el tiempo, para bajar de 2h45′ habría que sufrir mucho pero la mmp la daba por hecha. Gran error, nunca hay que dar nada por hecho en un maratón, no se puede subestimar a este monstruo porque te destroza… Llegaba genial: buenos entrenamientos, trabajo de fuerza en gimnasio, abdominales y lumbares a diario en casa. Los ritmos salían, bien descansado, motivado, sin lesiones ni molestias,… en una palabra: enchufado. Los últimos 3 días abundante carga de hidratos, tirando de botellín de isotónico a todas horas,… vamos, lo que se dice los deberes hechos. Así que iba a ser un gran día, no se me pasaba otra cosa por la cabeza.

5:15: suena la alarma del móvil, pero da lo mismo porque siguiendo la tradición, no he pegado ojo en toda la noche. Habré dormido de seguido unas 3h y algo, y después cabezadas sin parar de dar vueltas. Me agarro a la «vieja» máxima maratoniana que dice que la noche importante es la del viernes al sábado, y en esa dormí 8 horazas, así que no hay problema. Además espero dormir algo en el bus.
Desayuno fuerte, ducha fría en las patas, disfraz,… en fín, el ritual. Voy dando un paseo a coger el bus, tengo el tiempo más que medido porque sale del mismo sitio donde lo cojo todas las mañanas para ir a la ofi así que voy tranquilo.
En el bus me encuentro con Ander, Raúl e Iker, compañeros de club. Hoy corremos 5 Korrikazales el maratón, falta Gorka que va por su cuenta. También hay otros corredores conocidos, y entre charletas con unos y con otros al final no duermo nada. A ratos llueve, pero yo sigo teniendo confianza ciega en Accuweather que dice que en Donosti no va a llover.

Llegamos al velódromo algo más tarde de lo previsto, son casi las 8:15 y había quedado con la gente de ForoAtletismo a las 8. Pongo un mensaje en el whatsapp diciendo que ya llego y voy para allá. Presentaciones y foto de rigor (faltaba todavía alguno, pero empezaban ya los nervios y las prisas):


Total, que entre unas cosas y otras se ha hecho un poco tarde y aún hay que dejar las bolsas, calentar y tal. Vamos para el velódromo y se va desperdigando el grupo, yo voy con Martín que hace tiempo que no hablamos (en el grupo de WhatsApp es como el ninja, está siempre ahí pero no le ves…). Este año andará por delante mío, va a hacer la media con objetivo sub 1h20′ así que no tendremos ritmos parecidos como el año pasado.

En el velódromo mucho mogollón de gente, nervios porque faltan 20′ para la salida y aún estamos quitándonos el chándal. Estoy ya cerrando la bolsa para dejarla en consigna y oigo que me llaman, son los compañeros de Korrikazaleak que me reclaman para la foto:


(mira, ya he encontrado a uno más torpe que yo cámara en mano, con lo difícil que es eso…)

Dejo la bolsa en consigna y voy hacia la salida al trote con Ander, que vamos los dos al mismo cajón. Tenía manguitos preparados pero al final no los cojo, no hace frío.
En el cajón no veo a la liebre, pero los dos corredores que tengo al lado están buscándola también. Les pregunto si quieren ir con ella y me dicen que no, que están de «campo y playa», van a hacer la media en plan entrenamiento con dorsal para Sevilla (que por el acento y por las camisetas que llevan debe de ser su maratón «de casa», manda huevos cruzarse España entera para hacerse una media maratón).
Al final localizamos a las liebres: están puestas sobre la línea de salida pero por fuera de los cajones, para salir sin aglomeraciones. Habrá que estar atento para cogerlas luego, cuando pase el mogollón de la salida. Nos deseamos suerte los sevillanos y yo, suena el disparo y al lío.

Kms 1-5: 19:09 (3:50) 
Unos 15» – 17» desde que suena el pistoletazo hasta que paso por el arco. Primeros metros como siempre, muy atento a lo que hay por delante para no tropezar, buscando el ritmo, esquivando algún que otro corredor mal colocado en el cajón… y el primer km que sale en tiempo más o menos, quizá algo rápido (el Garmin dice 3:53, que sería perfecto, pero el cartel llegó un poco antes, quizá 3:50). Esos primeros kms vamos por una zona nueva del recorrido, no la conozco así que voy muy atento a todo. Al reloj, a no tropezar con nadie (aunque esto sólo al principio, porque enseguida se van formando grupitos con cada diferente ritmo), a los posibles subebajas,… y a ver si veo la banderola de la liebre, que no aparece por ningún lado.
Este primer bloque de 5 kms pasa tranquilo, mucho callejeo (y mucha gente recortando por las aceras, nunca voy a entender esto), mucha ida y vuelta… pero básicamente es llano, no hace viento ni frío y se va bien. La liebre no aparece.

Kms 6-10: 19:18 (3:52) 
En el km 6 o 7, no recuerdo bien, me pongo a la par con un grupito de corredores que están comentando lo de la liebre. Les pregunto, y ellos van también a por 2h45′ o sub2h45′, ritmos de 3:54 – 3:55. Por lo visto hay una liebre corriendo que llega hasta el k30, y a partir de ahí le releva otra en bici, que ahora viene detrás nuestro. Es decir, hay que buscar a la que corre. Como no la vemos, nos vamos controlando entre nosotros para mantener ese ritmo de 3:54. Nos damos relevos, y nos avisamos cuando algún km se sale de madre.

Me alegro de ir en un grupo porque aquí está la primera subida del recorrido nuevo. No es ningún desfase pero ya sabemos que en un maratón cuenta todo y cuando vas al límite de tu ritmo (sea el que sea) se nota hasta un bordillo de acera. Esta parte se hace en la media de Abril, así que ya me la conozco. Sólo que ahí se rodea una isleta grande, el giro es fácil de hacer. Aquí se hace a lo bruto: llegas al final de la cuesta, giro cerrado de 180º y bajar. El suelo está mojado y hay que tener cuidado en esos giros cerrados, yo no vi ningún resbalón pero sé de compañeros que sí vieron alguno (afortunadamente no lo sufrieron).
En la bajada (km 7 u 8) por fin cazamos a la liebre: no la habíamos visto porque va sin banderola, sólo una camiseta amarilla fosforito que por detrás pone «Zurich Maratón Donostia Liebre 2h45″. Así que ahí nos acoplamos todos.
Tampoco es que haya cambiado mucho el ritmo, la verdad que entre nosotros lo llevábamos bastante controlado, pero el simple hecho de haber encontrado a la liebre ya hace que vaya más tranquilo. Además hemos llegado a la zona de la playa de la Zurriola y no hay viento, tenía miedo de que pegara aquí pero parece que nos va a respetar.

La pulsera dice que tenía que pasar el km 10 en 39′ pelados, y lo pasamos en 38’5x». La liebre es un reloj, estoy siendo formal formal con los ritmos, el pulso está perfecto, ha llovido un poco pero ya ha parado, Donosti está precioso y perfecto para correr, la vida es chula.

Justo en el paso por el arco del km 10 (lo sé porque se ve en los vídeos de la carrera) se produce la anécdota curiosa del día:
Hay un corredor donostiarra al que no conozco personalmente, pero tengo montones de fotos de carrera con él. Andamos a los mismos ritmos o parecidos, y hemos salido juntos en varias fotos o vídeos de meta. En Barcelona 2016 cruzamos la meta a la vez y estamos juntos en la foto. En la media del Nocturno de este año no salimos juntos en la foto pero en la clasificación andamos ahí pegados, me sacó unos 5». en Donosti 2016 tengo fotos con él en el km 10, luego petó y se fue a las 3h30′ o más. Tenemos también fotos en crosses (Lasarte 2015) y en otras carreras. En FB tenemos varios contactos comunes y más de una vez he pensado en «añadirle a mis amigos» pero después creo que sin conocerme va a pensar «Pero quién es este tío» y va a tirar la solicitud a la papelera.

Total, que antes de llegar al km 10 cazamos a un grupillo de corredores que van perdiendo ritmo. Uno de ellos parece que conoce a la liebre porque se pone a hablar con él. Lleva el dorsal por detrás en plan tri, leo el nombre y veo que va vestido todo de negro, como suele ir este corredor que decía. Me pongo a su altura y por las fotos creo que es él. Total, que le toco en el hombro (momento que se ve en los vídeos de carrera) y me pongo a contarle todo esto que he escrito. Pasamos el cartel del km 11 de charleta y risas a 3:53, ya veis qué plan. Sé que no se deben desperdiciar fuerzas en un maratón y menos tan pronto, pero es que había que hacerlo!
Total que él me dice que hoy con acabar se da por satisfecho, que ha estado malo y no ha entrenado mucho. Y efectivamente, veo que se va quedando y a mí se me escapa unos metros la liebre, así que le digo que me voy con el grupo y que mucha suerte. Me dice que me pegue, que es muy buena liebre, me desea también suerte y se queda un poco.

Kms 11-15: 19:15 (3:51) 
Aquí poca historia. En el km 10 primer gel y primera pastilla de sales. La liebre sigue como un reloj y en el grupo nadie se descuelga. Se pasa por la segunda cuesta nueva, que yo creo que el que la puso en el recorrido no ha corrido en su vida. Vamos por debajo de una rotonda muy grande, como si entrásemos en un túnel. Primero bajada y luego subida, una recta larga, giro de 180º cerrado, vuelta por el carril contrario y otra vez el baja-sube. Si hubiéramos hecho la rotonda en vez de ir por el centro habríamos ido por llano, realmente no sé cuál fue la razón para no hacerlo así. Supongo que tema de tráfico, pero la verdad es que esa cuesta picaba. Y todavía había que pasar otra vez por ahí…

Kms 16-20: 19:25 (3:53) 
Kms de «piloto automático» con poca cosa reseñable. Nadie se descuelga, nos damos relevos entre nosotros, el pulso está bien, las patas también, sensaciones buenas,… disfrutando de correr. En el km 20 cae el segundo gel y la segunda pastilla de sales.

Kms 21-25: 19:29 (3:54) 
Tenía que pasar la MM en 1h22’17» y creo recordar que la pasamos en 1h21’57» o 58». Unos 20» de margen, cuando otras veces que he ido con estrategia de «colchón» aquí tenía 2 minutos o más. Va bien la cosa, estoy haciendo los deberes.

Pero justo en el km 22 pasa algo raro. Sale en 3:45 ese km, el grupo de la liebre se me va unos metros. Alguno incluso lo comenta: «Muy rápido va ésta ahora, ¿no?». Yo miro el pulso y veo que estoy rozando el límite y todavía hay que dar otra vueltita por Donosti, así que le dejo irse al grupo y yo ya me guío por el GPS, los carteles de km y la pulsera que me marca 3:54 para 2h44′. No se me da mal, siguen cayendo los kms en 3:52-53-54.

Kms 26-30: 20:03 (4:01) 
Aquí cae algo el ritmo pero la cosa no es grave, pasa de 3:53-54 a 3:58-59. Empiezo a hacer cuentas mentales:

  • la bici de 2h45′ aún está detrás, aún estoy en tiempo.
  • en la MM me sobraban 17» para 2h44’35», así que unos 40» para 2h44’59». Tengo 40» para «gastar»
  • Si falla el plan «A» de sub2h45′ tenemos el plan «B», hacer mmp (2h48’19») y para eso hay un margen muy grande

Así que, aunque ya no voy tan fresco como antes, no me preocupo demasiado. Estoy convencido de que tengo la mmp «hecha». Me tomo el tercer gel y pastilla de sales.

Kms 31-35: 20:35 (4:07) 
Hasta el km 34 la media de este bloque es de 4:02. Perdí algo de ritmo y me pasó la bici, pero no fue un desastre. Pero en el km 35, justo antes de llegar por segunda vez al baja-sube bajo la rotonda… la catástrofe.
Todavía no me explico lo que pasó.
Mi UAN está en torno a 171ppm y salvo momentos puntuales (como ese km 22 en 3:45) no había llegado ahí. No fue problema de pulso.
Las patas evidentemente ya no iban frescas del todo, pero es que no hubo transición. No hubo esos kms que empiezas a sufrir, aprietas los dientes y tiras con lo que te queda. No tuve ni siquiera la opción de sufrir porque fue todo muy rápido. Empecé a notarme cargado de cuadris y en cosa de 300 metros me bloqueé. Fundido a negro. Alguien apagó las luces. Las patas no me respondían, no le encontraba explicación y se me llevaban los demonios. Me puse a andar unos segundos y enseguida la gente que estaba en las aceras animando leyó mi nombre en el dorsal y me empujó. Muchas gracias, ¡os debo gran parte de esta carrera!
Me pongo a trotar y ese km 35 sale en 4:28. Noto que se me van soltando los cuadris, pruebo a aumentar un poco el ritmo y los siguientes kms salen en 4:15 y 4:13. No es para tirar cohetes pero visto lo visto, firmo hacer los kms que quedan a ese ritmo y llegar a meta ya.
Sigo dándole vueltas al tema, no sé cuál fue el problema pero ha desaparecido tan rápido como apareció. Creo que podría aumentar todavía más el ritmo y ponerme a 4′, pero ya me da miedo que me vuelva a dar otro latigazo, así que me quedo ahí en 4:1x. Me tomo el último gel y la última pastilla, ya no creo que hagan nada pero ahí van.

Kms 36-40: 21:27 (4:17) 
Kms 41-Meta: 12:46 (4:15) 
De aquí al final es todo sufrimiento y pensar en terminar. Van fallando los planes «A» y «B» y aparecen el C, D, E… y así todo el abecedario. En el km 41 me anima Martín, que ha terminado su MM (por cierto, objetivo sub1h20′ cumplido, ¡¡¡Zorionak!!!) Muchas gracias por esos ánimos, compañero, no sabes lo bien que entraron…

En la entrada a las pistas ya no pienso en marcas ni nada, pero entonces me doy cuenta de que me faltan muy pocos segundos para las 2h49′. Aprieto con todo lo que tengo para intentar poner un 2h48′ en el casillero pero ya es demasiado tarde. enfilo la recta de meta y oigo desde la grada a las enanas gritándome. Reconozco su voz y miro, pero no las veo entre todo el mogollón de gente.

Y ya entro en meta con la cabeza baja, derrotado, con las últimas fuerzas que me quedaban.

Pago el precio de haber subestimado al maratón y de haber pensado que nada podía salir mal, que todo estaba hecho. No, señores, no. En el maratón manda él, y esta vez decidió que no era el día. Me queda el pequeño consuelo de saber que yo hice mis deberes, sé que lo he dicho varias veces en esta crónica y puede parecer que estoy intentando justificarme o buscando excusas pero es que es así. Nunca he ido tan cerca del RC en un maratón. Nunca he tenido tan poco colchón respecto al tiempo objetivo en el paso por media (17»). Llegaba bien preparado, descansado y motivado, con un peso perfecto de 69 kgs. Bebí agua en todos los avis, me tomé los geles y las sales, controlé el pulso,… no sé qué hice mal o qué dejé de hacer. No era el día y punto.

Finalmente paré el reloj en 2h49’05», aunque después la organización me quitó un segundillo y lo dejó en 2h49’04» neto. Muy buen tiempo, otro sub2h50′ al saco y van ya tres, pero me queda el sabor amargo de no haber podido cumplir el objetivo.

Afortunadamente, la comida posterior con los compañeros del foro ayudó mucho a levantarme el ánimo. Muy a gusto, estas cosas son de lo mejor de las carreras, conocer a gente que comparte contigo la pasión por correr (una vez más hay que pedir mil perdones a las familias, que no corren ni saben muy bien de lo que hablamos pero aguantan nuestras «txapas» al pie del cañón).


(Falta el Boedo que no da medalla, da un trofeo que no cabía en la foto)

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